Cuando enviuda el hombre, me intereso por si como caliente. Si es la mujer, le pregunto en qué situación económica queda.
El
pueblo está en una zona minera en declive. En su momento recibió gente de
diferentes puntos de España atraídos por el trabajo en la mina. Un trabajo duro
y peligroso, de hombres. En 1985 entraron en HUNOSA las primeras mujeres. Las
declaraciones públicas y privadas de hombres y mujeres no dejaban lugar a dudas
del rechazo mayoritario a esa medida. Era una manifestación más de un machismo
muy arraigado.
Un día un
paciente me explicaba en la consulta los síntomas de su mujer. ¿Por qué no
viene ella?, pregunté. “Es que está cuidando a los niños”. “¿Y no puedes quedar
con ellos un rato para que venga?” Sorpresa de ambos: ¡No se le había ocurrido
semejante posibilidad! “Pues sí, tienes razón”. Cuando me ocurrió la segunda
vez, ya no me cogió de sorpresa.
El
hombre llevaba el dinero a casa y, por tanto, podía disponer de él. El dinero
del matrimonio era de ambos, pero era el hombre el que daba a la mujer lo
necesario para mantener la casa. Se veía como natural que fuese así.
Y el
hombre, con el tiempo, se jubiló. Y dejó de trabajar. El dinero de ambos que
llegaba a la casa seguía viniendo a su nombre y se mantenía esa posición
dominante en la economía. La mujer no se jubiló.
Por la razón
que sea el hombre muere habitualmente antes. Y la mujer enviuda. En algunos
casos es una liberación y la mujer, hasta ahora oculta, asoma y revive (“es
como quitarse la faja”, decía una). Pero en todos los casos el dinero de los
dos desaparece con el marido, y la viuda tiene que arreglarse con la pensión, con
lo que la sociedad le da como si no lo mereciera. “No quedo mal, me llega, pero
tengo que ayudar a los hijos y no hay para todos” me decía otra viuda.
Si
quien enviuda es él, no tendrá merma económica. Con el dinero podrá suplir sus
carencias.
El
sueldo o la pensión que entra en casa es para los dos. La muerte es igual para
ambos, pero la vida de quien queda es distinta si es hombre o mujer.
Mujer mayor,
viuda y empobrecida. Castigada por no trabajar, aunque nunca se jubiló.
No está
bien, no tiene fundamento ni lógica. Hay que cambiarlo.
Mientras
tanto yo me interesaré por la situación económica de la viuda y por la comida
caliente del viudo.
Paco Abal. Médico de Atención Primaria
Paco Abal. Médico de Atención Primaria
No hay comentarios:
Publicar un comentario