8 de marzo. Viuda y empobrecida


Cuando enviuda el hombre, me intereso por si como caliente. Si es la mujer, le pregunto en qué situación económica queda.
El pueblo está en una zona minera en declive. En su momento recibió gente de diferentes puntos de España atraídos por el trabajo en la mina. Un trabajo duro y peligroso, de hombres. En 1985 entraron en HUNOSA las primeras mujeres. Las declaraciones públicas y privadas de hombres y mujeres no dejaban lugar a dudas del rechazo mayoritario a esa medida. Era una manifestación más de un machismo muy arraigado.

Un día un paciente me explicaba en la consulta los síntomas de su mujer. ¿Por qué no viene ella?, pregunté. “Es que está cuidando a los niños”. “¿Y no puedes quedar con ellos un rato para que venga?” Sorpresa de ambos: ¡No se le había ocurrido semejante posibilidad! “Pues sí, tienes razón”. Cuando me ocurrió la segunda vez, ya no me cogió de sorpresa.
El hombre llevaba el dinero a casa y, por tanto, podía disponer de él. El dinero del matrimonio era de ambos, pero era el hombre el que daba a la mujer lo necesario para mantener la casa. Se veía como natural que fuese así.
Y el hombre, con el tiempo, se jubiló. Y dejó de trabajar. El dinero de ambos que llegaba a la casa seguía viniendo a su nombre y se mantenía esa posición dominante en la economía. La mujer no se jubiló.
Por la razón que sea el hombre muere habitualmente antes. Y la mujer enviuda. En algunos casos es una liberación y la mujer, hasta ahora oculta, asoma y revive (“es como quitarse la faja”, decía una). Pero en todos los casos el dinero de los dos desaparece con el marido, y la viuda tiene que arreglarse con la pensión, con lo que la sociedad le da como si no lo mereciera. “No quedo mal, me llega, pero tengo que ayudar a los hijos y no hay para todos” me decía otra viuda.
Si quien enviuda es él, no tendrá merma económica. Con el dinero podrá suplir sus carencias.
El sueldo o la pensión que entra en casa es para los dos. La muerte es igual para ambos, pero la vida de quien queda es distinta si es hombre o mujer.
Mujer mayor, viuda y empobrecida. Castigada por no trabajar, aunque nunca se jubiló.
No está bien, no tiene fundamento ni lógica. Hay que cambiarlo.


Mientras tanto yo me interesaré por la situación económica de la viuda y por la comida caliente del viudo.

Paco Abal. Médico de Atención Primaria

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