Deprescripción. El proceso en 5 pasos (2)
Cómo decidir qué tratamiento puede interrumpirse
Intersantísima publicación del Blog Sala de Lectura.
Autor: Carlos Fernández Oropesa. Farmacéutico de Atención Primaria. Especialista en Farmacia Hospitalaria.
1.- ¿Cuál es la indicación
actual de cada fármaco?
Prescriptores y farmacéuticos pueden colaborar recogiendo
toda la información que sea posible para responder a las siguientes preguntas:
- ¿Por qué y cuándo se inició el tratamiento?
– ¿El diagnóstico fue confirmado?
– ¿Se prescribió el fármaco para paliar los efectos adversos de otro? (prescripción en cascada)
– ¿Continúa proporcionando el fármaco un beneficio evidente al paciente?
– ¿Existen alternativas no farmacológicas igual de efectivas?
– ¿El diagnóstico fue confirmado?
– ¿Se prescribió el fármaco para paliar los efectos adversos de otro? (prescripción en cascada)
– ¿Continúa proporcionando el fármaco un beneficio evidente al paciente?
– ¿Existen alternativas no farmacológicas igual de efectivas?
Algunos fármacos, que son bien tolerados, se continúan
durante años sobre la base de que están siendo útiles. Los regímenes
farmacológicos deben incluir una fecha de caducidad que
propicien una revisión, teniendo en cuenta que se puede adelantar si se
producen cambios sustanciales en el estado clínico del paciente. Ejemplos de la
continuación innecesaria de tratamientos incluye a pacientes con nitratos de
larga vida media para un dolor torácico catalogado de angina, pero para el que
no hay evidencia de enfermedad arterial, gastroprotección con IBP tras
interrumpirse el tratamiento con AINE, antidepresivos para un episodio de
depresión reactiva resuelto, antihipertensivos en pacientes que ahora son
normotensos tras modificar sus hábitos de vida y risperidona para episodios
lejanos de agitación en pacientes con demencia.
2.- ¿Se está tomando el
paciente actualmente el fármaco?
Los ancianos evitan tomarse los fármacos que les parece
que les puede o les está haciendo sentirse mal, especialmente los
profilácticos, cuyo objetivo es reducir el riesgo de una futura enfermedad
antes que tratar los síntomas actuales. En otros casos, los pacientes se
sienten confundidos al recibir información contradictoria sobre los
beneficios y daños, de diferentes profesionales. Otro factor que desincentiva
la adherencia es la carga personal que puede suponer el precio del medicamento.
Al eliminar los fármacos innecesarios, la deprescripción puede mejorar la
adherencia global a los fármacos esenciales para el paciente, reduciendo los
costes y los inconvenientes asociados al tratamiento farmacológico.
3.- ¿Se ajusta el fármaco a las
circunstancias actuales del paciente?
Los fármacos están raramente indicados si no confieren un
beneficio importante en el contexto de las circunstancias vitales individuales.
Los pacientes con una demencia grave, un fallo orgánico terminal o un cáncer
metastásico obtendrán un menor beneficio de los tratamientos preventivos como
bifosfonatos y estatinas en el período relativamente corto que hay hasta la
muerte.
4.- ¿Supera el posible
beneficio del fármaco a sus potenciales daños?
Los ancianos son particularmente vulnerables a los
efectos adversos de determinados medicamentos. Estos fármacos de alto
riesgo incluyen a los opioides, benzodiacepinas,
psicotropos, AINE, anticoagulantes, digoxina, fármacos cardiovasculares,
hipoglucemiantes y anticolinérgicos. Las combinaciones de alto
riesgo son aquéllas en las que cada fármaco individual
aumenta el nivel de toxicidad, como la asociación de un AINE + diurético +
IECA/ARAII en pacientes con una IRC. Al considerar la deprescripción, es útil
agrupar los fármacos en 2 categorías, teniendo en cuenta de que algunos pueden
aparecer en ambas:
4.1.- Fármacos
para el control de los síntomas o la enfermedad: son
aquellos que controlan la enfermedad y los síntomas manteniendo la calidad de
vida (p.ej. analgésicos, antianginosos, fármacos para la ICC, levotiroxina). En
muchos casos, si se interrumpe el tratamiento es probable que aparezcan
síntomas o que el paciente pierda funcionalidad por un empeoramiento de su
enfermedad. Esto no es sugestivo de que estos medicamentos no pueden ser
interrumpidos si son inefectivos, o que no se pueda reducir la dosis si los
síntomas son leves o intermitentes. Debe evitarse el uso agresivo de fármacos
para controlar la HTA o la diabetes en ancianos ya que pueden hacer poco para
alterar los síntomas o modificar el curso de la enfermedad, mientras que se expone
al paciente a un riesgo inmediato de hipotensión o hipoglucemia.
4.2.- Fármacos
preventivos: son los que previenen futuros eventos (estatinas,
warfarina, bifosfonatos). La decisión de deprescribirlos incluye tener en
cuenta el riesgo absoluto y los beneficios del tratamiento en cada paciente
individual, el tiempo necesario para que dicho beneficio se manifieste en caso
de que el tratamiento haya sido recientemente instaurado, las preferencias del
paciente y sus expectativas de vida. La estimación de ésta es complicada aunque
la pregunta sorpresa es
razonablemente predictiva: sabiendo todo lo
que sé del paciente ¿me sorprendería si falleciera en los próximos 12 meses?
5.- ¿Cuándo considerar la deprescripción?
Debemos considerarla en cualquier paciente anciano que:
- Presente un nuevo síntoma o síndrome sugestivo de una
reacción adversa a un medicamento.
– Presente síntomas de enfermedad terminal avanzada, demencia, fragilidad extrema o dependencia total.
– Reciba medicación o combinaciones de alto riego.
– Tome fármacos preventivos para escenarios no asociados con un aumento del riesgo si se interrumpe el tratamiento.
– Presente síntomas de enfermedad terminal avanzada, demencia, fragilidad extrema o dependencia total.
– Reciba medicación o combinaciones de alto riego.
– Tome fármacos preventivos para escenarios no asociados con un aumento del riesgo si se interrumpe el tratamiento.
6.- Barreras para deprescribir
La evidencia sugiere que, en la relación
prescriptor-paciente, las siguientes barreras: ambos están concernidos por
altos niveles de complejidad clínica, tiempo de consulta limitado, una atención
fragmentada entre múltiples prescriptores, información incompleta, objetivos
ambiguos o cambiantes, incertidumbre sobre los beneficios y daños de continuar
o interrumpir un determinado fármaco y las actitudes profesionales hacia un
mayor antes que un menor uso de medicamentos. También cuando ambas partes temen
los efectos adversos de la retirada de un fármaco (cuando son menos frecuentes
que los efectos adversos del fármaco). Otra barrera es la presión para
prescribir asociada a las recomendaciones de las guías que, aunque están
diseñadas para mejorar la atención, contienen recomendaciones que son menos
aplicables a pacientes ancianos, pluripatológicos y polimedicados.
7.- Facilitadores de la
deprescripción
En el ámbito de la consulta, los paciente deben ser
empoderados para hacerle a su médico y farmacéutico las siguientes preguntas:
¿cuáles son las opciones de tratamiento para mi enfermedad (incluidas las no
farmacológicas)?; ¿cuáles son los beneficios y riesgos de cada tratamiento?; ¿y
cuáles serían motivos razonables para interrumpir un medicamento? Así mismo,
médicos y farmacéuticos deben preguntar, en cada encuentro si los pacientes
están experimentando algún efecto adverso, si hay reacciones indeseables o
problemas asociados a la administración o seguimiento de algún fármaco.
La revisión cooperativa prescriptor-farmacéutico de los
fármacos con criterios validados para identificar los fármacos que más
probablemente sean innecesarios o dañinos puede ser útil para iniciar y
orientar la deprescripción, con la inestimable ayuda de las cada vez más
abundantes herramientas.
Como conclusión
El uso inapropiado de los medicamentos y los perjuicios
asociados son un problema creciente entre los pacientes ancianos. Este hecho
incita a realizar una prescripción prudente que incluye un abordaje sistemático
de la deprescripción por parte de todos los prescriptores, apoyada y reforzada
por farmacéuticos y otros responsables de la optimización del uso de los
medicamentos. La amplia adopción de un protocolo de deprescripción a nivel
asistencial presenta retos así como un considerable potencial para paliar el
sufrimiento innecesario y la incapacidad en los pacientes ancianos.
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